2000_LA POSADERA de Goldoni


 

La pieza cumbre del italiano Carlos Goldoni, La Posadera , donde se hace un retrato en clave de humor de la decadencia que sufre la aristocracia, con un claro mensaje sobre la conquista de la independencia de la mujer en aquella época.

 

Añora se tornó al siglo XVIII para rescatar unos personajes variopintos que se encuentran en la posada de Mirandolina, la posadera, una mujer que sabe utilizar a la perfección sus armas de seducción para conquistar a caballeros de diversa índole. Conquistas amorosas que sólo sirven para que la posadera se regocije de ese poder que poco a poco está consiguiendo la mujer como es su propia libertad e independencia. Personajes como el marqués arruinado, el conde rico, el caballero misógino y el criado, luchan por los amores de la posadera, cada uno con sus propias armas y artificios, que no demuestran sino la decadencia de una aristocracia que de pronto es infravalorada, y que en la obra de Goldoni se muestra con un punto humorístico que resta gravedad al asunto.

 

ENREDOS

Los enredos se dan cita en la posada con la llegada de dos comediantas que se hacen pasar por damas y se mofan de esta aristocracia. Lo mismo hace, aunque a su manera, Mirandolina, quien se marca el reto de conquistar al caballero misógino, que desprecia a todas las mujeres, entre ellas Mirandolina, aunque sus trucos consiguen que caiga a sus pies, pero éste es incapaz de reconocerlo por su estatus social, algo que desenmascara la posadera delante de todos. Una situación que aún al día de hoy se repite, pues es muy difícil que un aristócrata se enamore de alguien de la calle, según comentó el director artístico de La Nave, Ginés Sánchez.

En definitiva, son las maneras de mofarse de la aristocracia y burguesía decadente las que en su día tacharon la obra de Goldoni como falta de ética. Sin embargo, es la ética la que está muy presente en cada uno de los personajes que se interpretan en La Posadera . Pero este tema se queda como un simple argumento complementario a la obra, cuyo mensaje principal, y que al final de la obra lanza Mirandolina al público como reflexión, es la independencia y autonomía de la mujer a través de su trabajo y sus relaciones humanas y personales. Un canto a su libertad.